Revista Comarcal

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EDITORIAL 61

La brecha digital puede ser la definitiva

Cada vez que la Humanidad ha sufrido cambios de calado hemos bautizado el proceso como revolución, desde la Revolución Neolítica a la Revolución Tecnológica, pasando por la Revolución Industrial, las formas de vivir evolucionaron y se adaptaron a las nuevos tiempos, en principio con mejoras sustanciales en la calidad de vida, aunque sobre esto no se ponen de acuerdo todos los estudiosos del tema.

La última revolución, en la que nos encontramos inmersos, está protagonizada por las nuevas tecnologías y cosas con nombres como Big Data, Redes Sociales o ultraconexión y, en serio, está cambiando el mundo como nadie había imaginado, sin que todavía se llegue a atisbar en qué va a parar la cosa, siendo el momento de tomar medidas para no perder ese tren (también) y procurar arrimar el ascua a nuestra sardina si es que aún confiamos en alcanzar algún futuro. Además, las cosas podían pintar peor para el medio rural, pues este cambio no está basado en conocimientos complejos, infraestructuras pesadas o servicios costosos que quizás nunca nos han de llegar, sino en las ideas innovadoras susceptibles de aglutinar y coordinar intereses individuales en un gran interés colectivo, muchas veces a través de sencillas aplicaciones de móvil.

La mayor parte de las gestiones administrativas, la banca virtual, la coordinación para compartir coche en desplazamientos cotidianos por la Comarca o a León y por supuesto las telecompras, son asuntos que rara vez están a más de cuatro o cinco clics de ratón o de móvil.

Algunos establecimientos de la Montaña lo han entendido y están preparados para la atención de pedidos por Internet, pero es necesario que crezca el número de usuarios adiestrados en el uso de estas sencillas tecnologías para que la extensión de su uso dé paso a nuevas soluciones específicas y a estructuras colaborativas que sean funcionales.

Los factores a implementar parecen en principio sencillos: una buena conexión a Internet (el tener que mencionarlo ya es indicativo de atraso), ciclos formativos para usuarios sin experiencia y quizá un poco de atención de las autoridades locales para impulsar y difundir el proceso.

Cada revolución supuso la aparición de nuevas formas de vida y el fin de ciclo de otras que no acertaron a adaptarse al cambio, así que quizá haya que centrarse en la adaptación, pues nos va mucho en ello.