Revista Comarcal

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EDITORIAL 21

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Que nuestros pueblos se van quedando sin vecinos es una obviedad, pero no lo es tanto la razón por la que esto ocurre, pues en muchas conversaciones sale el asunto de la falta de trabajo y las pocas perspectivas económicas que presenta la Comarca.

Por supuesto que en nuestra Comarca no abunda el trabajo estable y de calidad pero, ¿alguien sabe dónde lo hay? Además puede que también nos hayamos vuelto un poco exigentes respecto al trabajo que estamos dispuestos a hacer y lo que esperamos cobrar por ello, como lo demuestra el, pequeño aún, pero creciente número de inmigrantes que se han acomodado en la Montaña y que tan bien vienen a nuestros empresarios para sacar adelante los trabajos para los que no consiguen encontrar gente. Pero esto puede que sea sólo fruto de que hemos mejorado nuestras condiciones económicas y por ello no debe ser considerado negativo.

El caso es que si miramos con detalle, algunos de los puestos de trabajo ofrecidos sí que son fijos y con las mismas condiciones laborales que en otros lugares, sin que ello haya sujetado a casi ninguno de nuestros jóvenes.

Quizá no lo queramos ver porque el razonamiento requeriría de una explicación algo más compleja que simplemente alegar que no hay trabajo (cosa no tan clara), pero deberíamos reflexionar sobre el hecho de que muchos de nuestros jóvenes rechazan trabajos en la Comarca tan buenos o mejores que los que acaban cogiendo en la ciudad, de hecho en verano muchos de los que ocupan los puestos de trabajo en la Montaña son jóvenes que vienen de otros lugares.

Vivir en un pueblo es un concepto en sí mismo, como lo es vivir en una ciudad, y no se puede simplificar.