Revista Comarcal

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EDITORIAL 3

Objetivo 1: evitar la despoblación

A nadie se le escapa que, al margen de muchos otros, la despoblación, es uno de los principales problemas de nuestra comarca. Los índices demográficos son claros y vamos quedando cuatro gatos y, lo que es aún peor, con un grado de masculinización y envejecimiento de la población más que preocupante.

Ya nos estamos acostumbrando a situaciones dantescas, como ver los pueblos llenos de gente el puente de Los Santos, si hace bueno, mientras que al finalizar el puente, el mismo pueblo puede parecer abatido por una bomba de neutrones, llegando a no poderse jugar al mus porque hacen falta cuatro.

Es un hecho que nuestros pueblos se están convirtiendo en zonas de vacaciones, ideales para tomar copas en verano y en los que solo quedamos aquellos que tenemos que servirlas mientras haya quien las tome, ya que el otro personaje de toda la vida, el ganadero con sus flamantes ratinas, es una especie que va quedando ya para los libros de historia, gracias a las influencias de la brucelosis, las vacas locas, los pantanos, la PAC y otras bendiciones con las que tenemos que bregar.

El concepto de pueblos residenciales se nos echa encima y cada vez es más complicado que esos pueblos estén dotados de unos servicios que solo son "rentables" socialmente durante los meses de verano.

De la presa para arriba es más que posible que no lleguemos a 3.000 habitantes en invierno, y el porcentaje de jubilados es tal que no nos atrevemos a ponerlo aquí, al igual que ocurre con la proporción entre hombres y mujeres. Pero tampoco enumerar toda la suerte de malos augurios que eso supone para la comarca serviría para nada, no obstante, creemos conveniente analizar la situación para que al menos pueda surgir alguna propuesta que se oponga a este grave fenómeno que es la despoblación.

Para empezar creemos que hay que fijar una premisa: Si no hay mujeres es muy difícil que haya crecimiento de la población.

Es pues necesario incidir sobre esta premisa en cualquier medida que se quiera adoptar al respecto. Pero pensamos que para ello no solo hay que intentar reproducir las estructuras y circunstancias que hacen que otros lugares (la capital, por ejemplo) sean más atractivos para las mujeres de la montaña que sus pueblos. Parte de estas medidas se nos ocurrirían a cualquiera: trabajos adecuados, educación para los hijos, sanidad... Pero hay cuestiones de otro orden, en las que raras veces se piensa, como son las estructuras de relación social o de desarrollo personal y que son muy escasas tanto para hombres como para mujeres, aunque a los hombres siempre les queda el bar. Por cierto, a nadie se le ha ocurrido preguntarle a las mujeres jóvenes que se han ido estos últimos años qué necesitarían para quedarse.

En todos los ayuntamientos existen asociaciones de mujeres, de las más activas de la montaña, pero nos parece que no acaban de cumplir con el objetivo de que hablamos. Es decir, por pertenecer a una asociación ninguna mujer deja de pensar en marcharse si ya lo pensaba antes. Es necesario pues, proponer fórmulas que propicien la estancia de las mujeres y sería más que necesario que en la propuesta se contara con ellas.

En otras zonas con problemas de despoblación (Huesca, Soria, Guadalajara...) se han llegado a primar económicamente las estancias de matrimonios jóvenes desde las instituciones locales, cuestión que por cierto nunca se ha contemplado, que sepamos, en esta comarca, otra cosa es que esa opción sea válida en esta tierra, pero eso está por estudiar, lo que es evidente es que cuando los jóvenes se van es por que se les acabaron las razones para quedarse.

El problema es serio y la vida de la comarca depende de ello. Si no se ataja con políticas activas pronto se llegará a un punto de no retorno, si es que no lo hemos rebasado ya, ante la impasividad de las administraciones de todo rango. No se le puede pedir a nadie que renuncie a una vida que considera más feliz y digna en una ciudad, realizando el acto heroico de vivir en su pueblo para contribuir a engrosar el padrón de hecho, no el de derecho, que esa es otra historia.