Revista Comarcal

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EDITORIAL 32

La culpa no es del Cha-cha-chá

La ristra de meteduras de pata de las administraciones de todo rango y condición para con esta Comarca da para hacer un manual de malas prácticas políticas, sociales y administrativas. Enumerar todos esos desaciertos contrastados excede de la capacidad de estas líneas y analizarlos en detenimiento sería imposible sin contar con varios tomos enciclopédicos. Pese a todo, un puñado de “resistentes” seguimos queriendo ver la puesta de sol en un horizonte alto y quebrado.

Lo penúltimo fue el “copia y pega” de las dichosas DOT bajo el ruido de la probable imposibilidad de realizar una estación invernal de cierto tipo en San Glorio, caso que, por cierto, actualmente se estudia en muchas facultades de Derecho, Sociología o Ciencias Políticas, como en su día ocurrió con el cierre del embalse, a modo de ejemplo de desgobierno, ausencia de planificación y gestión interesada. Todo un logro académico que no justifica el por qué nuestros ayuntamientos estaban “a uvas”, o “a lo suyo”, como dijo un munícipe de la Cormarca no hace mucho.

Pero lo último es, otra vez, la repera. El asunto de las depuradoras de los pueblos del ámbito del Parque Regional, pagadas con fondos europeos y puesto sobre la mesa por una asociación, GEDEMOL, ante la pasividad de las instituciones locales, raya a un nivel de cinismo político en el que es difícil saber qué postura es más rocambolesca, si la de la Consejería de Medio Ambiente, mintiendo como un parvulito pillado in fraganti sacándose un moco y negando lo evidente, o la de nuestros representantes locales, callados y mirando para otro lado en base a no sabemos qué, pero dando una imagen pública de mayor lealtad al pesebre del partido que a los intereses de los pueblos que se comprometieron a defender. Hubo quien no lo hizo así, pues el alcalde de Posada reaccionó, pero cierto es que lo hizo a favor del interés de su partido y habiendo callado hasta entonces, por lo que tampoco podemos contabilizarle en el haber.

Pese a este panorama, el hecho de que todavía algunos miles de montañeses resistamos entre Peña Santa y el Pico Moro es indicativo de que somos auténticos morrillos, pero tenemos que aclarar si es por lo duro o por lo tozudo, pues hace ya unos treinta años que los representantes políticos los elegimos nosotros y por lo que se ve, o no se nos da muy bien o es realmente lo que queremos, dado que, salvo excepciones, repetimos una y otra vez.

En el primer caso quizá convendría que reorientásemos nuestros criterios a la hora de elegir alcaldes y concejales que, al menos, presentasen propuestas concretas y realizables dirigidas al interés público general y que pudiesen valorar los votantes. Si se trata de lo segundo… ya sabemos lo que hay, por lo que la responsabilidad también es nuestra y la debemos depurar, como las aguas de nuestros pueblos, antes de echar las culpas al “cha-cha-chá”.