De veras que hemos intentado buscar algún argumento positivo para ilustrar de un a forma positiva esta editorial, pero no ha sido posible más allá de certificar que, pese a la Crisis actual, el pasado mes de agosto cumplió con sus expectativas económicas, pese a todo, en el ramo de la hostelería, sector cada vez más importante en la Comarca, no por su pujanza absoluta, sino por el declive del resto de las actividades.
En el repaso a la actualidad que afecta
de forma más directa a la Montaña encontramos cosas del siguiente estilo:
— Expropiación de los montes de las
juntas vecinales a favor de los maltrechos
ayuntamientos a los que “tanto debemos”.
— Amenaza de disolución de la Reserva de Caza en un “ahí te quedas” sin
precedentes y con los trabajadores con su futuro entre interrogantes.
— Casi completa eliminación del
transporte público en toda la Comarca.
Ahora ya da igual que lo demandes que no.
— Eliminación casi completa de la
pírrica ayuda domiciliaria a los mayores
con cierta dependencia.
— Reducción de unos servicios de
salud comarcales que parecían ya imposibles de reducir.
— Espada de Damocles sobre los dos
primeros cursos de la ESO en Riaño que se
espetará en nuestro pecho en un par de
años si no lo remediamos.
— Despido de trabajadores en el Parque Nacional, y eso que parecía algo a lo
que agarrarse.
— Eliminación de subvenciones compensatorias a las zonas de influencia socioeconómica de parques naturales y reservas de caza.
— La tuberculosis se alterna con la
brucelosis en el dominio de la fauna local,
tanto silvestre como doméstica.
Todo ello amén de la subida generalizada para todo el mundo de gasolinas, luz eléctrica o alimentos básicos a través de la subida del IVA que florece, decreto mediante, en todo hijo de vecino y de las subidas de esa pariente que nos ha salido a todos de pronto, la prima esa de Riesgo.
Eso sí, con todo esto, hay quien no encuentra problema alguno en asegurar que de algún lado aparecerán mil millones de euros de dinero público para mangar todo el tinglado de San Glorio, montando juegos de malabares al uso para mayor complacencia del Respetable y todo ello mientras sucede lo arriba enumerado sin que se note una voz más alta que otra. ¡Qué pachorra!
Tanto los sueños agradables como las pesadillas tienen una cosa en común: hay que estar durmiendo para que se produzcan. Aunque parece más sensato estar despierto para intervenir con criterio en el futu ro de esta Comarca, todo apunta a que estamos de siesta. La ausencia de pulso social viene a significar para un territorio lo mismo que un encefalograma plano en un enfermo cuya respiración corre a cargo de las máquinas. Ustedes deciden, o al menos en parte.